12 de abril de 2011

Los Shafer, una familia en clave de sol


La música utiliza los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo. Hans y Marita Schäfer han aplicado estos principios a su familia, compuesta por seis hijos, transmitiendo su amor por la música y consiguiendo que este arte no sólo esté presente en su día a día, sino que sea parte integral de la educación de sus hijos. Los ocho miembros de esta familia alemana, afincada en Gran Canaria desde hace trece años, forman un curioso grupo de música que vive en armonía en su casa de Agaete. Están dirigidos magistralmente por la madre, Marita, profesora de música, que es la que marca la pauta en el grupo y en la familia. Marita es la que los inició a todos con clases de solfeo y piano, y también la que después les aconsejó en la elección del instrumento. «¿Dejar la música? Imposible, Marita no nos deja», bromea Hans, el cabeza de familia, mientras ella, silenciosa, le sonríe. «La tendencia es al revés. Por ejemplo, yo tocaba un poco el piano y la guitarra y, para integrarme en el grupo y no quedarme fuera, empecé con el contrabajo».
Marita se encarga de adaptar las partituras a las necesidades del grupo y también es la directora durante los conciertos. Debe conciliar la vida familiar con las exigencias de la formación musical y educativa de sus hijos, sobre todo cuando se acerca el momento de algún concierto, como el que ofrecieron el pasado 24 de marzo en el Casino de Gáldar. Los Schäfer se presentaron ante el público con un repertorio de una hora y media de duración, compuesto por 21 piezas, y encontraron nuevamente el abrigo de los vecinos de la zona que desde hace un par de años saben de su existencia y aplauden su dedicación a la música.
La familia reside nueve meses en Gran Canaria y el verano lo pasa en su casa de Alemania, y en los últimos dos años han ofrecido varios conciertos en cada destino. En Gran Canaria han encontrado el apoyo de un gran amigo, Pepe Megías, que les ayuda a organizar los conciertos, en el laborioso traslado de los instrumentos e incluso se atreve a subirse al escenario para participar en alguno de los temas. Pepe y Gáldar les han abierto las puertas del municipio y por eso no es extraño que la mayoría de sus actuaciones hayan sido allí, Casino, Teatro y Salón Sábor, además de un concierto que ofrecieron en el año 2009 en la plaza de Agaete.
Se sienten tremendamente agradecidos por estas facilidades, sobre todo Marita que puede disfrutar del piano del cola que hay en el Casino, pero no les importaría subirse al escenario en otros puntos de la isla y, sobre todo, tocar en alguna ocasión en Las Palmas de Gran Canaria. Los conciertos son un aliciente para ellos y les ayuda a superar la monotonía de los ensayos. «La música exige mucha disciplina, voluntad y concentración y el trabajo diario a veces es pesado. Los conciertos son para nosotros una recompensa. Cuando tenemos cerca una actuación estamos más motivados a la hora de ensayar», reconocen casi todos al unísono.
Marita toca el piano, el padre, Hans, el contrabajo; la hija mayor, Anne-Sophie (20 años), canta y toca la flauta; Johanna (19) y Freya (14), el violonchelo; Martha (17) y Elsa (9), el violín, y Wolfram (15), el único hijo varón, la trompeta. Algunos acuden a clases en la Escuela Municipal de Música de Gáldar, como es el caso de Wolfram y Martha, mientras que Freya y Johanna reciben clases en casa con un profesor particular de violonchelo. El padre y la pequeña Elsa siguen la batuta de la madre, y la mayor, Anne-Sophie, debe practicar por su cuenta ya que se encuentra en Alemania estudiando en la universidad Ciencias Africanas y Cultura.
La labor de Marita al frente del grupo va más allá de una directora, debe adaptar las partituras a los instrumentos y a las posibilidades de cada uno, y conseguir que todos ensayen. «Es estricta», reconocen, pero todos lo hacen encantados porque «sería imposible imaginarnos una vida diferente».



Gema Gordillo

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